¿Cómo acompañar a una persona que ha perdido a un ser querido en tiempos de COVID- 19?

Por Lic. Florencia Chiarello

Generamos nuestros propios rituales,

con aquello que para ella era importante”

(Juana pierde a su ser querido en pandemia).

 

Estos son momentos muy difíciles para todos en muchos aspectos. Nuestras rutinas se vieron modificadas abruptamente y nuestros modos de vincularnos con el otro también, ya no hay más abrazos, mimos, caricias y apretones de manos. Pero también nuestra forma de duelar se vio trastocada ya que los rituales, necesarios en todo proceso de duelo, han sufrido modificaciones.

Los servicios que prestan las funerarias son cortos, a cajón cerrado y sólo con familiares directos. Las salas no están habilitadas. De esta manera se toman las medidas sanitarias que son necesarias pero que cercan la posibilidad de realizar rituales y procedimientos que, si bien están construidos socialmente, también tienen una importancia muy grande para los duelantes.

El fallecimiento de un ser querido genera dolor y daño en los recursos personales y simbólicos ante la pérdida de alguien con quien hemos establecido un vínculo emocional. Ésta como la pérdida del trabajo son dos de las más estudiadas por el impacto psicológico y emocional que genera en el duelante.

Por eso me propuse escribir este artículo para brindar sugerencias sobre qué hacer y qué no en el momento de acompañar a un duelante que ha perdido a un ser querido en tiempos de pandemia. Antes quiero compartir las emociones y sensaciones que puede sentir una persona que esta transitando un trabajo de duelo.

¿Qué sensaciones y emociones tienen las personas que transitan un duelo?

La pérdida de un ser querido, una pareja o un familiar, generan un mar de sensaciones y emociones que la persona va experimentando a medida que realiza el trabajo de duelo. Neimeyer (2007) propone tres etapas que pueden producirse de manera cíclica y no necesariamente de forma lineal.

Evitación: la persona puede sentirse aturdida y movilizada por la dolorosa realidad de la pérdida. Pueden aparecer expresiones como “no es posible” “si ayer estuve hablando con él”. Aunque la muerte se haya producido, el duelante puede comportarse como si la persona estuviese viva, por ejemplo, puede tener la sensación y, a veces la certeza, de haber visto a su ser querido por la calle o en la misma casa y luego darse cuenta que eso no es así. Esto es normal y puede ocurrir ya que pone de manifiesto las dificultades para aceptar la realidadde la pérdida. La persona puede distanciarse de su entorno, estar más distraído y abandonar actividades que solía realizar. Más tarde, se puede producir ira o enojo, y la persona tiende a culpar a otros por la muerte de su ser querido ya sea al médico, a Dios, etc.

Asimilación:la persona puede preguntarse ¿cómo voy a vivir sin él/ellla? Siente tristeza y soledad. En el caso de la pérdida de una pareja o alguien con quien convivía la persona, la ausencia de su ser querido puede hacerse presente en la vida cotidiana, en las comidas, en la cama vacía o en actividades que solían hacer juntos. La atención está puesta en la elaboración del duelo, distanciándose de sus contactos sociales y de las actividades. Puede tener pesadillas, soñar que regresa o tener imágenes de la persona fallecida. Puede ir acompañada de síntomas depresivos como tristeza, llanto recurrente, trastornos en el apetito, en el sueño, dificultad para concentrarse, incapacidad para el disfrute, etc.

Acomodación: aparece la pregunta ¿qué va a ser de mi vida de ahora en más? La concentración y funcionamiento van mejorando. Hay mayor autocontrol y regulación emocional lo que no significa que la tristeza no puede estar presente, incluso puede estar meses o años. Hay una formulación de objetivos que alcanzar, se reconstruye el mundo social y puede ir retomando, poco a poco, las actividades.

¿Qué hacer para acompañar a una persona que ha perdido una ser querido por COVID?

Ahora sí, voy a presentar algunas sugerencias que nombra Neimeyer (2007) las cuales ajusto al contexto de pandemia.

  • Mostrarse abiertos a la escucha empática y activa. Realizar llamados de forma periódica para preguntar cómo está hoy. Escuchar un 80% y hablar un 20%.

  • Decir “sé como te sentís”. De esa manera validamos sus sentimientos y damos lugar a que los exprese, sin darlo por sentado. Evitar hablar de uno y decir frases como “a mi también me pasó…”

  • Presentarle ayudas concretas en la vida cotidiana. Evitar la pregunta ¿necesitas algo? Sino indagar y tantear en qué puede llegar a necesitar nuestra ayuda y concretarlo. Por ejemplo, quien se encargaba de pagar los impuestos era el difunto, realizarlo por él/ella, al menos en los primeros tiempos.

  • Respetar el tiempo para elaborar el duelo, no acelerarlo. Por lo general, intentamos que ocupe el tiempo en algo, le pedimos que regale o tire las cosas del fallecido ó le proponemos que no se ponga mal, “que el tiempo todo lo cura”, que “se vaya a vivir con otra persona, que no se quede solo”. Hay que respetar el tiempo interno del duelante que es distinto para cada quien. Diversas investigaciones muestran que las grandes decisiones son mejor tomarlas pasado un tiempo, por lo general, al año.

Y agrego una quinta a las que menciona el autor que he podido observar como útil en las personas que se encuentran duelando en este momento de pandemia y cuarentena:

  • Acompañar en la construcción de sus propios rituales respetando los tiempos propios de cada quien. Como sostiene Juana (encabezado del artículo) y como me han expresado otras personas que les ha tocado duelar en pandemia y cuarentena, han optado por diseñar rituales personales que generan alivio y tranquilidad ya que están cumpliendo con los deseos e intereses del difunto y genera cierta sensación de compensación de aquellos rituales que han sufrido modificaciones debido al presente contexto;

¿Cómo acompañar sin posibilidad de contacto físico?

Esta es otra de las preguntas que aparecen al momento de hablar con personas o profesionales que acompañan el trabajo de duelo. Lo cierto es que, en ocasiones, utilizamos lo “no verbal” para acompañar al otro en su dolor, lo que en estos tiempos se ve imposibilitado, rompiendo con nuestros estilos de comunicación previos. Por tanto, es recomendable tomar en consideración las miradas y valernos mucho de los consejos que brindé en el apartado anterior.

Neimeyer, R (2007). Aprender de la pérdida. Una guía para afrontar el duelo. Paidós.

Espero te haya servido! Si te animás, compartilo, puede que le ayude a otras personas que estén atravesando por este difícil momento!

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