La pérdida de la pareja en la Vejez

Por Lic. Florencia Chiarello

El fallecimiento de la pareja en la vejez es una de las pérdidas más estresantes y complejas de transitar ya que impone una serie de desafíos y ajustes que la persona mayor tendrá que ir realizando.

La viudez convoca a la persona a definirse en un nuevo escenario conformado por la pérdida de roles y espacios construidos con un otro que ya no está. De esta manera, la pérdida de la pareja viene acompañada de cambios personales y sociales.

Sumado a esto hay que considerar que, por lo general, las parejas han compartido muchos años juntos y que, por tanto, el fallecimiento de uno de ellos conlleva una serie de modificaciones y ajustes en diferentes planos: la vida cotidiana, emocional y la red social.

En cuanto a la red de apoyo social, en ocasiones el fallecido podía brindarle apoyo emocional (sentir afecto de un otro), cognitivo (recibir consejos o modos de resolución conjunta) e instrumental (ayudas concretas en la vida cotidiana). Por lo que su falta puede originar dificultades en la consecución de ciertas tareas en lo cotidiano sobre todo en aquello que era delegado a ese otro y generar repercusión a nivel emocional.

En el plano emocional, existen muchas investigaciones que analizan la relación existente entre la viudez y la soledad. Weiss diferencia dos tipos: la soledad emocional y la soledad social. La primera consiste en la percepción subjetiva de no contar con una figura de apego que brinde afecto, mientras que la soledad social resulta de la pérdida de roles y redes sociales.

Entonces, con la pérdida de la pareja en la tercera edad, la persona puede no sólo sentirse solo y carente de ese afecto que le brindaba el otro (soledad emocional) sino sentir soledad producto de las modificaciones en sus redes (soledad social). Respecto de este último punto, es importante señalar que muchas veces los viudos suelen aislarse de amigos o conocidos que mantenían en común con su pareja lo que en ocasiones incrementa el sentimiento de soledad social y produce modificaciones en su red social de apoyo.

Por último, en la vida cotidiana también pueden verse reflejados algunas dificultades con las que tendrá que lidiar el adulto mayor que enviuda. En las personas de edades avanzadas (lo que llamamos como viejo-viejo) que requieren de ayudas concretas por dificultades en la salud física, la ausencia de la pareja puede ser significativa sobre todo cuando era ese otro quien prestaba un apoyo en la consecución de tareas concretas que por sí sólo no puede realizar.

En estos casos, necesitará de la ayuda de otros, ya sea un familiar o un cuidador, que brinde ayuda en aquello que necesite, siempre respetando la autonomía, es decir, las decisiones de esa persona sobre sí misma y su contexto.

Por otra parte, Chielo, Spahni y otros, realizaron una investigación con una muestra de personas nacidas en la primera década del siglo XX y otro grupo nacido en 1930 que fueron entrevistados en 1979 y 2011. Estos autores muestran que, la angustia frente a la pérdida, y en especial los síntomas depresivos (no ocurre en todo proceso de duelo) se producen en ambos grupos indistintamente y más allá del contexto socio-histórico, mientras que la salud física sí se ve más afectada por el contexto histórico.

Al mismo tiempo, considerando el contexto socio-histórico (asignación de roles tradicionales, fundamentalmente en el siglo XX) la viudez se vuelve un desafío para aquellos matrimonios tradicionales en los que los roles se encuentran tipificados, es decir, donde se espera determinadas funciones establecidas por género. De esta manera se observa una cierta sociabilización de género que se produjo en determinado momento histórico.

Además, estas diferencias, reflejan una mayor dificultad en el varón para afrontar las dificultades que trae la viudez. Pueden mantener mayores tasas de soledad y suicidio que en el caso de las mujeres, lo que ubica una mayor vulnerabilidad emocional.

En el caso de las mujeres, pueden aparecer dificultades en relación al manejo de la economía que por lo general se destina a los varones viejos lo que puede generar un menor bienestar físico y emocional.

Por último, como psicólogos debemos entender la viudez como un fenómeno complejo que debe ser leído no sólo desde lo personal sino también desde lo social y contextual. Asimismo, podemos acompañar en este proceso de duelo ante la pérdida de la pareja en la vejez y ayudar con intervenciones que serán particulares para cada caso presentado.

Referencias

Bowlby, J. (1983). Affectional bonds: their nature and origin. En R.S. Weiss (Ed.), Loneliness: the experience of emotional and social isolation, (pp. 38-52). Cambridge, MA: MIT Press.

Iglesias de Ussel, J. (2001). La Soledad en las Personas Mayores: Influencias Personales, Familiares y Sociales. Análisis Cualitativo. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO)

Perrig-Chiello, P; Spahni, et. al. (2015). Cohort and Gender Differences in Psychosocial Adjustment to Later-Life Widowhood. Journals of Gerontology: Social Sciences cite as: J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci, 2016, Vol. 71, No. 4, 765–774 doi:10.1093/geronb/gbv004

Reyes- Rodriguez, Cujiño-Medrano, Cano- Santana, et. al. (2020). Afrontamiento y viudez en la vejez: Estudio mixto en población colombiana. Facultad de Psicología, Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia.

Stroebe, M., Schut, H., & Stroebe, W. (2007). Health outcomes of bereavement. Lancet, 370, 1960–1973. doi:10.1016/ S0140-6736(07)61816-9

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